Presentación:
Desde finales de febrero hasta finales de marzo, tiene lugar uno de los fenómenos de la naturaleza más esperados del año: la Floración de Cieza, durante la cual, los campos de esta localidad murciana despiertan del letargo invernal y se engalanan para recibir a la primavera. Melocotoneros, almendros, albaricoqueros, ciruelos… Cada árbol adopta su color correspondiente y se une al gran estallido de color y aroma que inunda el lugar.
El espectáculo de la floración nunca es igual, ya que los agricultores plantan árboles frutales de una u otra variedad y además, las condiciones climatológicas pueden hacer que el momento de mayor intensidad se adelante o se retrase en los distintos parajes del municipio.

Programa:
Salida desde el lugar de origen en dirección a Cieza, joya del valle del Segura y puerta natural del norte murciano. A medida que nos acercamos, el paisaje comienza a transformarse: el verde de los campos y el rosa de los frutales en flor se entrelazan como un tapiz que cubre las orillas del río. La luz de enero acaricia los campos y el aire se llena de ese aroma fresco que anuncia la llegada de la primavera. A nuestra llegada, un guía local nos acompañará para recorrer el valle que se extiende desde Cieza hasta Calasparra, donde los frutales despiertan y tiñen la tierra de color y esperanza. Caminaremos entre caminos rurales y miradores naturales, contemplando el paisaje que tantas veces ha inspirado a pintores y fotógrafos. El guía nos mostrará la historia viva de estas tierras, donde el agua del Segura riega la vida y cada árbol parece contar su propia historia. Será un paseo para detener el tiempo y dejarse maravillar, respirando el silencio del campo y la armonía de un entorno que parece tocado por la magia. Al mediodía, disfrutaremos de un almuerzo en restaurante, donde los productos de la huerta murciana se transforman en platos llenos de sabor y autenticidad. Un momento para compartir mesa y conversación, para brindar por la belleza del día y la fortuna de viajar entre amigos. Por la tarde, nos sumergiremos en la Cieza monumental y viva, un pueblo que conserva el encanto de lo auténtico. Pasearemos por su casco histórico, donde el sonido de las campanas se mezcla con el murmullo de sus calles empedradas. Veremos la Basílica de la Asunción, el balcón del río Segura y las plazas llenas de vida que guardan el pulso cotidiano de esta ciudad amable y serena. Tendremos tiempo libre para disfrutar del ambiente local, tomar un café en alguna terraza soleada o recorrer las pequeñas tiendas que ofrecen dulces, mieles y productos típicos de la zona. Cieza nos mostrará su lado más cálido, ese que combina historia, naturaleza y hospitalidad, envolviendo al visitante en una atmósfera tranquila y luminosa. A la hora acordada, regreso a nuestro lugar de origen. Nos despediremos de Cieza con la imagen del valle en la memoria: los frutales en flor, el rumor del río, la luz suave del atardecer… y la sensación de haber vivido un día lleno de belleza, calma y emoción.